El Día Internacional de la Educación, que se celebra cada 24 de enero, es una oportunidad para reflexionar sobre la importancia de la educación en el desarrollo de las sociedades y en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
En este sentido, la educación se erige como una herramienta fundamental para abordar y solucionar los problemas más acuciantes de nuestro tiempo, entre ellos la situación bélica mundial, los derechos humanos, la violencia machista, el rechazo a la inmigración, la diversidad lingüística y la necesidad de la acción de la sociedad civil organizada.
Empecemos por analizar la relevancia de la educación en el contexto de la actual situación bélica mundial, especialmente en Ucrania y en el conflicto palestino-israelí. La educación puede jugar un papel clave en la prevención de conflictos y en la construcción de sociedades pacíficas y justas. La educación inclusiva y de calidad, basada en valores como el respeto, la tolerancia y la paz, puede fomentar el diálogo intercultural y promover una convivencia armónica entre diferentes comunidades.
En el caso de Ucrania, una educación que promueva la diversidad cultural y lingüística podría contribuir a la reconciliación de los diferentes grupos étnicos y a la disminución de tensiones. Además, una educación que enseñe a resolver los conflictos de forma pacífica y a promover los derechos humanos podría ser una herramienta fundamental para superar la violencia y reconstruir el tejido social.
En el conflicto palestino-israelí, la educación puede desempeñar un papel crucial en la construcción de una cultura de paz. La educación basada en la tolerancia, el respeto y la comprensión mutua puede ayudar a romper el ciclo de violencia y a fomentar la coexistencia pacífica. Además, una educación que promueva la igualdad de derechos y oportunidades para todas las personas, sin importar su origen étnico o religioso, puede contribuir a poner fin a la discriminación y la exclusión.
Otro aspecto en el que la educación puede marcar la diferencia es en la promoción y defensa de los derechos humanos. La educación en derechos humanos es fundamental para empoderar a los individuos y hacerles conscientes de sus derechos y responsabilidades.
A través de la educación, se puede promover la igualdad de género, la no discriminación, el respeto a la diversidad y la participación ciudadana. Además, una educación en valores humanos puede ayudar a prevenir y combatir la violencia machista, promoviendo una cultura de respeto y equidad.
La educación también puede ser un antídoto contra el rechazo a la inmigración en las sociedades modernas. La ignorancia y los prejuicios suelen ser la base de la discriminación y la xenofobia.
A través de una educación inclusiva, que promueva la interculturalidad y el respeto a la diversidad, se puede fomentar la integración de las personas migrantes en las comunidades de acogida. Asimismo, una educación que enseñe a valorar la riqueza que aporta la diversidad cultural puede contribuir a construir sociedades más cohesionadas y justas.
La diversidad lingüística es otro elemento fundamental que se puede abordar a través de la educación. Promover el respeto y la valoración de todas las lenguas y culturas contribuye a preservar la diversidad cultural y a promover la inclusión. Además, una educación que fomente el multilingüismo puede abrir puertas a oportunidades de aprendizaje y desarrollo personal y profesional. En este sentido, la educación puede jugar un papel clave en la preservación y revitalización de lenguas en peligro de extinción.
La relevancia de la acción de la sociedad civil organizada no puede ser subestimada. La educación es un derecho de todas las personas y su implementación requiere el compromiso de todos los actores sociales.
Las organizaciones de la sociedad civil desempeñan un papel fundamental en la promoción de la educación, la defensa de los derechos humanos y la construcción de una cultura de paz, haciendo partícipe activa a la ciudadanía en la consecución de los objetivos de desarrollo sostenible.
A través de iniciativas de sensibilización, formación e incidencia política, contribuyen a garantizar el acceso a una educación de calidad para todas las personas, contribuyendo al desarrollo de la ruta marcada por la agenda 2030 de la ONU, que establece metas ambiciosas para transformar nuestro mundo, entre las que se incluye el ODS4, que busca garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad para todas las personas.
Vinculado a todo ello, se convierte en un aspecto clave para desarrollar acciones y garantizar la efectividad de los objetivos, su adaptación a contextos locales. Cada país, región, comunidad tiene particularidades y desafíos específicos que deben ser abordados de manera adecuada. La educación debe ser gobernada y gestionada a nivel local, con la participación activa de las comunidades y teniendo en cuenta sus necesidades y aspiraciones.
La localización de los ODS4 es fundamental para garantizar que ningún niño o niña se quede atrás y que todas las personas tengan igualdad de oportunidades de aprendizaje a lo largo de toda su vida.
Entendamos este Día Internacional de la Educación como una invitación a comprender el poder transformador de la educación y su capacidad para abordar los problemas más urgentes de nuestra sociedad. En un mundo marcado por conflictos, violaciones de derechos humanos, violencia machista, discriminación y rechazo a la inmigración, la educación puede ser un faro de esperanza.
A través de una educación inclusiva, de calidad y basada en valores como la paz, la tolerancia y la solidaridad, podemos construir un futuro más justo y sostenible para todas las personas.
La Educación es el «gran tesoro» para la humanidad.